Casi en tonos naranjas, la emoción llega con olas que arrastran objetos perdidos en el naufragio de la lata en la que llegué.
Siento la tibieza de las estrellas y la fascinación por haber encontrado un banco de raíces más, estoy donde quería, soy quien quiero ser, volví a ser yo, vivo la realidad de un deseo que una vez escribí. Desperté y casi no había pasado nada, la pesadilla fue solo eso, parte de un sueño que quiero que esté concluido y no como cuando suena la alarma y la apagas inconscientemente para continuar soñando lo mismo, o como cuando sueñas que despiertas.
Mi mente está a mi disposición, “si vivir es bueno, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo despertar” tengo esa frase impresa en una hoja azul con fuente “kissmekissme” en la pared junto a mi cama así que la veo diario, la copié de un periódico que decía que la encontraron escrita en un manicomio de Estambul y nunca la olvido. Es lo que soy y lo que quiero, es de esas cosas con las que te identificas, son parte de ti, parte del líquido contenido en tu columna vertebral...
Sin perder su carácter inesperado, el límite entre tú y tu pensamiento desaparece por enésima vez y eres un punto más de la organización conspiradora. El aire sin oxígeno te seduce a dejar de respirar, te sientes mejor en el estado sintético, ahora ni siquiera tienes los cinco sentidos que antes solías reconocer (te han hecho creer que en verdad te incomodaban, que eran el vello que debías arrancar cuando en realidad crecieron contigo para erizarse con tu piel cuando hacía frío, y crearte un aura tibia que te protegiera). Todo fue una ilusión y el anfiteatro de público compuesto por actores ahora te da las gracias, ahora concéntrate y pon mucha atención, acceder a la seducción te permitirá dejarte envolver por la morfina visual que te alimenta al ser lo único que dejan en tu plato, cambiando los colores y formas cada vez, te crea adicción, te engorda de imágenes que proyectan tan solo la idea de alguien más, alguien tan simple y vacío que puede dedicar su esfuerzo a alimentar a la supremacía negativa: el monstruo más grande. Lo alimenta con partículas como tú y no te habías dado cuenta. Algunos escapan cuando el monstruo suda, cuando vomita, cuando su contaminada y putrefacta piel se descama y pellejos pequeñísimos vuelan y van a colarse ahí, bajo su colchón, o flotan para integrar una nube poco densa de polvo que sólo se transparenta cuando la tocan los rayos del sol. También pudiste no haber entrado, siendo la lechuga sin sal ni limón que acompañaba a esos filetes, o el apio que los sirvientes no pusieron en la licuadora mientras preparaban el licuado matutino.
Soy una partícula de piel, esa ventana que pretende ayudarte a comprender que afuera está el sol, aunque dentro de tus cuatro paredes perfectamente irregulares el aire no tenga luz. Mi mayor pretensión es hacerte sentir el frío cuando es de noche, la fresca lluvia golpeándote gota a gota, la tibieza de las 5 de la tarde, la vibración de una canción, la estática de un globo frotado en la cabeza, las fibras de una servilleta… y que al sentir… el sistema nervioso reaccione y coordine su reacción, entonces el monstruo aspiraría a ser una entidad coherente y en homeostasis; eliminar la celulitis de sus chaparreras y sentir la sangre fluir como lo hace la vida cuando desenraizamos los químicos y las aleaciones del suelo.
De repente estoy sin palomitas de maiz recordando mi manía por las palomitas de colores que atrapé en Atlixco y encontrando los nexos de su escape con mi vida irreal.Anhelos infinitos, desdoblándose unos de otros, formando árboles de colores con frutas de holograma que se proyectan en mi cara pero que no puedo tocar, ni sentir solo las veo cuando cierro los ojos y al despertar ya no estánColecciones mentales, el acervo que puedo ir y consultar cuando la esfera resulte demasiado vacía e infinita, ruido ensordecedor que solo aparenta irse cuando estrello mi cabeza cotra la paredLas puntas de mis dedos tocan el cristal frágil y tibio, frío solo cuando se proyectan en él sombras grisáceas. Entonces pego mi cara, mi piel adherida al cristal me hace pensar que estoy fuera, quiero correr y volar pero solo consigo rodar infinitamente y ver todo de los colores que se matizan en la esfera.Después de mucho rebotar estoy fuera, aun no se si hubo vidrios rotos, transmutación o blackholeAhora cuando cierro los ojos estoy frente a los negativos fotográficos de la adolescencia de alguien más, están chiclosos, a medio derretir, sumergidos en tinta de colores, puedo reirme de lo que veo y puedo percibir lo que quiero.-Ahora estoy dentro de un monstruo más grande, con millones de amibas más-